Hiperplasia Benigna de la Próstata

La hiperplasia benigna de la próstata (HBP) corresponde a un aumento del tamaño prostático a expensas principalmente de la zona transición. Se habla también de adenoma de próstata o crecimiento adenomatoso refiriéndose en general al mismo proceso. Se trata de un crecimiento no canceroso.

Este crecimiento comienza habitualmente en hombres de 40 años. A los 50 años se estima que un 40% de los varones sufre algún grado de HBP, mientras que esta cifra aumenta a un 80% a los 80 años.

Hasta hace poco tiempo se hablaba de síntomas prostáticos o Síndrome Prostático, sin embargo últimamente estos términos están en desuso ya que son varias las causas (no solo el crecimiento prostático) que pueden ocasionar síntomas similares.

Existen dos tipos de síntomas:

Síntomas obstructivos:

Chorro flojo o débil, sensación de vaciado incompleto de la vejiga al terminar de orinar, necesidad de hacer presión abdominal para poder vaciar la vejiga y eliminación de gotas de orina después de haber terminado de orinar.

Síntomas Irritativos:

Orinar con excesiva frecuencia, sensación de urgencia miccional (tener que correr al lavabo por la sensación inminente de incontinencia urinaria) y levantarse a orinar varias veces durante la noche interrumpiendo el descanso nocturno.

Estos síntomas también pueden combinarse (síntomas mixtos) y en general se instauran lentamente aumentando en forma progresiva con el transcurso de meses o años. La culminación del proceso es la retención aguda de orina donde la persona es incapaz de realizar una micción y requiere de la colocación (muchas veces en algún servicio de urgencias) de una sonda vesical para poder vaciar la vejiga.

Tratamiento de la HBP y STUI

La decisión de iniciar un tratamiento se basa en la intensidad de los síntomas y la presencia de complicaciones (litiasis vesical, retención urinaria e insuficiencia renal obstructiva). El tamaño prostático y los niveles sanguíneos de PSA también deben ser tomados en cuenta.

Si los síntomas son leves, no hay complicaciones ni factores de riesgo se puede optar por una conducta conservadora en la cual realizaremos controles analizando la velocidad de evolución de los síntomas para, cuando sea el momento, iniciar el tratamiento. En esta fase también se pueden utilizar algunos fármacos naturales como el Tebetane.

El tratamiento farmacológico suele ser la primera línea de tratamiento. Existen básicamente dos clases de fármacos para el control de los síntomas de la enfermedad.

Los fármacos alfa-bloqueantes específicos de la vejiga como la Tamsulosina o la Silodosina buscan relajar la musculatura presente en el cuello de la vejiga, facilitando así la eliminación de la orina. En general son fármacos bien tolerados aunque en algunas personas pueden bajar los niveles de tensión arterial provocando hipotensión ortostática (personas que al levantarse rápidamente se marean) o eyaculación retrograda (conducción del semen inicialmente hacia la vejiga para ser luego eliminado con la micción junto con la orina).

La segunda clase de fármacos son los inhibidores de la enzima 5 alfa-reductasa como el Finasteride o Dutasteride. Estos fármacos bloquean la acción de la testosterona en la próstata haciendo que esta disminuya su tamaño. En general son medicamentos muy bien tolerados sin embargo en algunas personas pueden provocar disminución de la libido, dificultades de erección, ginecomastia (crecimiento anómalo de una o ambas glándulas mamarias en el hombre) y otros síntomas derivados de la menor actividad de la testosterona.  Estos fármacos disminuyen artificialmente los valores de PSA, por lo que se debe mantener una correcta pauta de controles con el urólogo.

Estos fármacos se pueden administrar por separado o en forma combinada según las condiciones particulares de cada caso.

Si el tratamiento farmacológico fracasa se opta por el tratamiento quirúrgico. En este sentido, actualmente asistimos a una revolución en el manejo quirúrgico de la enfermedad gracias a la llegada de la cirugía láser que permite extraer una gran cantidad de adenoma con una bajo riesgo de sangrado.  En general, la elección del tipo de cirugía para la HBP depende por una parte de las características propias de cada paciente (si es portador de otras enfermedades que condicionen el tipo de cirugía o de anestesia, si usa fármacos anticoagulantes y su edad fisiológica entre otros), la presencia de complicaciones y del tamaño prostático.

Actualmente en Uroequip realizamos tanto la cirugía clásica (Resección transuretral y adenomectomía por cirugía abierta) como las nuevas técnicas basadas en la Enucleación, Resección y/o Vaporización del tejido prostático utilizando el Láser de Holmio, el Láser Verde o el Láser de Tulio

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